Hubo en Babilonia un rey llamado Nabucodonosor. Este rey
hizo levantar una estatua de oro enorme. La altura de la estatua era de
veintisiete metros de alto por dos metros y medio de ancho. Eso es como un
edificio de nueve pisos.
Ese día el rey Nabucodonosor ordenó que al sonido de los
instrumentos musicales todos se postraran delante de la estatua. La orden
incluía algo terrible: el que no se postrara delante de la estatua sería
arrojado en un horno de fuego ardiendo.
De repente sonó la música y el pueblo entero se arrodilló
ante la estatua de Nabucodonosor, todos excepto Sadrac, Mesac y Abednego; ellos
solo adoraban al Dios vivo y no iban a postrarse delante de ninguna estatua.
Algunos líderes vieron que estos tres amigos no estaban
adorando a la estatua así que fueron a contárselo al rey.
- ¡Oh Rey Nabucodonosor, vive para siempre!. Venimos a informarte
que hay unos hombres judíos a quienes tu has puesto como líderes en Babilonia
que no se han inclinado ante tu estatua al sonido de la música. Estos hombres
no te han hecho caso y tu has dicho que quien no se postre y rinda homenaje a
tu estatua sería arrojado al horno de fuego.
-¿Quiénes son esos hombres?
- Sadrac, Mesac y Abednego majestad.
- ¡Traédmelos inmediatamente!- pidió el rey.
Cuando Sadrac, Mesac
y Abednego estuvieron ante el rey éste les preguntó:
- ¿Es verdad que vosotros no dáis homenaje a la estatua de
oro que he levantado? Ahora haré sonar la música y quiero que os postréis
delante de ella y le rindáis homenaje, porque sino lo hacéis seréis echados al
horno de fuego en ese mismo momento Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron:
- Oh rey, no vamos a responderte a tu pregunta, pero si es
así, si nos vas a arrojar al horno de fuego, nuestro Dios a quien si adoramos
puede librarnos y aún si no nos librara tampoco vamos a rendir culto a la
estatua que has levantado.
El rey Nabucodonosor se llenó de ira y ordenó que el horno
fuera calentado siete veces mas fuerte.
Ataron a Sadrac, Mesac y Abednego y los echaron al horno de
fuego.
- ¿No hemos echado a tres hombres atados al horno de fuego?
- Si, majestad, eran tres hombres y los atamos de pies y
manos.
- Pero yo veo cuatro hombres sueltos que se pasean por el
horno y no se queman y el aspecto del cuarto hombre es como si fuera un hijo de
los dioses – dijo Nabucodonosor.
Entonces el rey Nabucodonosor exclamó diciendo: —Bendito sea
el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abednego, que envió a su ángel y libró a sus
siervos que confiaron en él y desobedecieron el mandato del rey; pues
prefirieron entregar sus cuerpos antes que rendir culto o dar homenaje a
cualquier dios, aparte de su Dios.
Nabucodonosor dió la orden de que en todo lugar aquel que
hablare mal contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego fuera descuartizado, y
su casa fuera convertida en ruinas. Porque no hay otro dios que pueda librar
así como el Dios de ellos los libró.
Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, a Mesac y a
Abednego en la provincia de Babilonia.