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martes, 26 de noviembre de 2013

Historias de la Biblia El Rey Nabucodonosor



Hubo en Babilonia un rey llamado Nabucodonosor. Este rey hizo levantar una estatua de oro enorme. La altura de la estatua era de veintisiete metros de alto por dos metros y medio de ancho. Eso es como un edificio de nueve pisos.
El rey estaba muy orgulloso de su estatua y mandó a sus consejeros, jueces, tesoreros, oficiales y a los gobernadores de las provincias a ir a la inauguración de la estatua. Entre ellos se encontraban Sadrac, Mesac y Abednego, judíos amigos de Daniel.
Ese día el rey Nabucodonosor ordenó que al sonido de los instrumentos musicales todos se postraran delante de la estatua. La orden incluía algo terrible: el que no se postrara delante de la estatua sería arrojado en un horno de fuego ardiendo.
De repente sonó la música y el pueblo entero se arrodilló ante la estatua de Nabucodonosor, todos excepto Sadrac, Mesac y Abednego; ellos solo adoraban al Dios vivo y no iban a postrarse delante de ninguna estatua.
Algunos líderes vieron que estos tres amigos no estaban adorando a la estatua así que fueron a contárselo al rey.
- ¡Oh Rey Nabucodonosor, vive para siempre!. Venimos a informarte que hay unos hombres judíos a quienes tu has puesto como líderes en Babilonia que no se han inclinado ante tu estatua al sonido de la música. Estos hombres no te han hecho caso y tu has dicho que quien no se postre y rinda homenaje a tu estatua sería arrojado al horno de fuego.
Entonces Nabucodonosor preguntó:
-¿Quiénes son esos hombres?
- Sadrac, Mesac y Abednego majestad.
- ¡Traédmelos inmediatamente!- pidió el rey.

 Cuando Sadrac, Mesac y Abednego estuvieron ante el rey éste les preguntó:
- ¿Es verdad que vosotros no dáis homenaje a la estatua de oro que he levantado? Ahora haré sonar la música y quiero que os postréis delante de ella y le rindáis homenaje, porque sino lo hacéis seréis echados al horno de fuego en ese mismo momento Sadrac, Mesac y Abednego le respondieron:
- Oh rey, no vamos a responderte a tu pregunta, pero si es así, si nos vas a arrojar al horno de fuego, nuestro Dios a quien si adoramos puede librarnos y aún si no nos librara tampoco vamos a rendir culto a la estatua que has levantado.
El rey Nabucodonosor se llenó de ira y ordenó que el horno fuera calentado siete veces mas fuerte.
Ataron a Sadrac, Mesac y Abednego y los echaron al horno de fuego.

  Entonces el rey Nabucodonosor se alertó y preguntó:
- ¿No hemos echado a tres hombres atados al horno de fuego?
- Si, majestad, eran tres hombres y los atamos de pies y manos.
- Pero yo veo cuatro hombres sueltos que se pasean por el horno y no se queman y el aspecto del cuarto hombre es como si fuera un hijo de los dioses – dijo Nabucodonosor.

 El rey mandó que sacaran a Sadrac, Mesac y Abednego del horno y reunió a sus consejeros y gobernadores para que vieran como no solamente el fuego no había devorado a Sadrac, Mesac y Abednego sino que ni sus ropas habían sufrido daño alguno, ni tan siquhttp://buenasnoticiaskids.blogspot.com/search/label/Historias%20de%20la%20Bibliaiera olían a humo
Entonces el rey Nabucodonosor exclamó diciendo: —Bendito sea el Dios de Sadrac, de Mesac y de Abednego, que envió a su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él y desobedecieron el mandato del rey; pues prefirieron entregar sus cuerpos antes que rendir culto o dar homenaje a cualquier dios, aparte de su Dios.
Nabucodonosor dió la orden de que en todo lugar aquel que hablare mal contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego fuera descuartizado, y su casa fuera convertida en ruinas. Porque no hay otro dios que pueda librar así como el Dios de ellos los libró.

Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, a Mesac y a Abednego en la provincia de Babilonia.

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